12 de junio de 2007, Irak. El fotógrafo de la Agencia Reuters Namir Noor-Eldeen y su conductor, Saeed Chmagh caminan por Bagdad, hablan con un grupo de civiles armados, recogen información, obrsevan a los niños, hacen su trabajo.

Minutos después un helicóptero del ejército estadounidense llega a la zona, los vigilan, los apunta con munición gruesa, los graban con una cámara para que todo quede registrado. La nave gira en torno a ellos varias veces como un tiburón que mide a su próxima víctima, y entonces ataca, muerde con violencia, dispara y graba sin resistencia alguna.

La conversación entre los tripulantes del helicópero es tan fría como ese objetivo en blanco y negro que nos muestra la crudeza de un ataque a sangre fría, como si de un videojuego de guerra se tratase. Mueren insurgentes, civiles y también Namir Noor-Eldeen y su conductor.

El video del hecho, publicado esta semana por la organización Wikileaks habla por si sólo y no deja de sorprenderme cada vez que lo miro.